De entre todos los productos cerveceros que pude disfrutar el pasado 2019, uno llamó especialmente mi atención. Dada mi afición al envejecimiento de cervezas, no es raro, que este fuera el Six-pack que ya viene siendo un clásico en Sierra Nevada con seis añadas distintas de su afamada barleywine Big Foot, en este caso las que van desde 2012 a 2017.
BIG FOOT
Dentro del mundo cervecero americano Big Foot no es una cerveza que requiera de mucha presentación. Es todo un clásico, elaborado por primera vez por Sierra Nevada allá en los años 80 y que ha servido como base para definir esas cervezas que damos en llamar Barleywines americanas, potentes y lupuladas a partes iguales.
Desde el punto de vista de los aficionados al envejecimiento esta Big foot goza de una merecida fama que vamos a poner a prueba en esta cata vertical. Ya que he de confesar que aunque es una cerveza que me gusta, nunca he tenido oportunidad de guardarla en mi baúl durante más de unas pocas semanas.
Siempre que hablamos de cervezas lupuladas y envejecimiento de cerveza surge la misma pregunta ¿sus lúpulos son ricos en ácidos alpha? Ya que en caso afirmativo la desecharíamos automáticamente. Los sabores rancios derivados de su oxidación limitan casi por completo la posibilidad de éxito. Esto justifica que ninguna barleywine americana pase mucho tiempo en mi baúl.
¿Por qué el caso de la Big Foot es distinta? En parte hay que atribuirlo a la utilización de lúpulo cascade, sobre todo rico en ácidos beta. La literatura al respecto también atribuye el éxito a la atención que Sierra Nevada presta durante la elaboración.
CATA VERTICAL
El proceso seguido para la cata vertical es sencillo. La iniciaremos probando una Big Foot 2019, sin envejecer, para posteriormente ir probando las cervezas del six-pack desde la más reciente a la más antigua. Todas las cervezas se han degustado en condiciones similares (temperatura en torno a los 12ºC, en copa snifter y sin acompañamientos gastronómicos).
Big Foot 2019:
Esta Barleywine de 9,6% ABV se nos presenta como una cerveza color ámbar anaranjado, espuma blanca duradera. Lúpulo muy presente en el aroma, así como ciertas notas a caramelo. El sabor sigue los mismos derroteros, por un lado, las notas amargas resinosas y cítricas y por otro el caramelo para equilibrar el resultado. El alcohol detectable a medida que se calienta la cerveza, pero de manera bastante contenida dado su contenido alcohólico. Sensación en boca plena, con cuerpo y amargor predominante en el final.
Big Foot 2017:
La primera diferencia que nos llama la atención se encuentra en el contenido alcohólico, según la etiqueta 9,5% ABV, aunque en la práctica resulta inapreciable. La apariencia es muy similar, la espuma quizás más oscura de color beige. Ya en el aroma apreciamos un amargor tosco tirando a rancio que se materializa plenamente en el sabor. Es una mala versión de la cerveza sin envejecer, apagada y sin gracia. Adelanto que fue sin duda la peor de toda la cata y con diferencia. El sabor es tosco y lleno de notas rancias. Final muy largo amargo y seco. Es una cerveza dura y sin esperar a probar otras añadas concluyo que ha tenido que haber algún problema en su conservación.
Big Foot 2016:
Esta Big Foot me confirma mis sospechas sobre la añada de 2017. Aquí nos encontramos sorprendentemente con una cerveza muy similar a la cerveza sin envejecer, a pesar de los 3 años de guarda. El color ámbar empieza a dejarnos destellos rojizos, pero el resto de características permanecen: las notas lupuladas, la base dulce maltosa a caramelo. Algún rasgo afrutado, pero no hay diferencias significativas.
Big Foot 2015:
Empiezo a sospechar que esta cerveza ha firmado un pacto con el diablo para no envejecer. La apariencia similar a la de 2016. El perfil sigue siendo increíblemente parecido a la cerveza sin envejecer. El amargor parece ser un poco más seco con alguna nota a cuero en el retrogusto, pero nada significativo.
Big Foot 2014:
En apariencia parece más nebulosa y oscura que el año precedente. Sorprendente buena carbonatación y espuma beige generosa. Pero en aroma y sabor siguen ese dulce maltoso, el lúpulo, y leves notas a fruta madura y cuero. Lo que he leído sobre esta cerveza parece indicar que esta debe ser la más redonda de todas las añadas y puede ser, por que hay armonía. No cambian los matices pero, para mi gusto, se encuentran todos en su justa medida.
Big Foot 2013:
Sin llegar a los extremos de su versión 2017, en esta apreciamos un bajón importante. Todos los matices se encuentran presentes de nuevo, pero especialmente apagados. Noto ciertas notas acartonadas al fondo que desentonan en la percepción global, en este caso de cerveza “aburrida”, es más seca que la versión anterior. Todo ello me hace pensar que el horizonte temporal de esta cerveza puede encontrarse en torno a los 5 años.
Big Foot 2012:
Pues no, el horizonte temporal de esta cerveza no se encuentra en torno a los 5 años, sino que parece que mucho más allá, con esta cata no lo descubriré. Esta Big Foot 2012 es el claro ejemplo de que esta cerveza aguanta el paso del tiempo sin despeinarse. De hecho, creo que esta ha sido, junto a la de 2014, la mejores de todas las probadas. A parte de la apariencia más oscura y que el aroma se encuentra más apagado. El sabor resulta el más redondeado y compensado de todas las que he probado. Sorprendentemente, de nuevo, ahí están los mismos matices clásicos en esta cerveza, mezclados de manera armoniosa, el lúpulo más suave, el caramelo entremezclándose y esa sequedad en el final aquí parece más agradable. Quieren aparecer ciertas notas a jerez, pero no de manera clara.
CONCLUSIONES
Lo primero que he de decir es que esta cerveza tiene su fama como cerveza para guardar merecidamente ganada. Soporta el paso del tiempo casi sin inmutarse. Unido a que es una cerveza es fácilmente accesible y asequible económicamente, no me extraña que sea en una cerveza indispensable en las bodegas americanas.
Otra conclusión a destacar es que la cata vertical no muestra linealidad, se ve rota sobre todo por las añadas 2017, en la que baja mucho el nivel de esta cerveza y de 2013. Entiendo que puede ser por algún problema en la conservación o simplemente por que cada añada tiene sus características propias dentro de la homogeneidad mostrada.
Es curioso que siempre he leído la fama de las Big foot de 5 años, parece que después el deterioro se comienza a notar. Creo puede estar en lo cierto, la añada de 2014 ha destacado en esta cata, aunque personalmente me la añada de 2012 me ha sorprendido más gratamente.
Si miramos entre-lineas podemos afirmar que estamos ante una cerveza que sufre pocas variaciones con el paso del tiempo: apariencia un poco más oscura y nebulosa, carbonatación aparente en todas las añadas, notas a lúpulo persistente incluso en las añadas más antiguas. El resto de matices y alcohol presentes aunque redondeados por el tiempo y solo unos leves toques a jerez en las últimas añadas, introducen algún cambio.
Opinión general: No parece que el paso de los años haga aflorar nuevos matices en esta cerveza, lo que resulta casi decepcionante, aunque nos abra la puerta a poder disfrutar de esta cerveza durante muchos años. Debemos cambiar el chip, la cerveza no va a ganar complejidad al envejecerla, sino que iran redondeando los que ya tiene. Personalmente me quedo con lo sorprendente de beber una cerveza envejecida donde la presencia del lúpulo sigue siendo destacada.
Eres un minucioso catador de cerveza. Tus notas y meticulosidad marcan la diferencia.
ResponderEliminarMe ha sorprendido que a pesar del paso del tiempo sigas señalando que destaca la presencia del lúpulo.