Suena el
teléfono, me disponía a cenar ¿quién
será?
- Diga
- Hola Miguel, ¿sabes quién soy?
Cómo no iba a
reconocer su voz, viejo compañero al que hace ya muchos años que no veo.
- Pues nada, que estoy de vacaciones en Sevilla y ¿adivina donde estoy? y además tomando aquella cerveza tan rica que me recomendaste aquel día.
Lo cierto, es que iba a dedicar mi sección mensual de relatos de "Lugares de culto cervecero" a otro lugar muy distante, pero después de esta llamada no puedo menos que dedicar esta entrada a "La Cervecería Internacional de Sevilla", como se suele decir, con cierta nostalgia de tiempos que ya no volverán y que ya quedan alejados en mi memoria.
Por motivos de trabajo me pasé
tres años de mi vida de viajes a Sevilla. Como siempre hago cuando voy a una
ciudad nueva, me conecto a internet y busco cervecerías donde pasar mis
momentos de ocio.
De entre las 4
ó 5 seleccionadas fue la “Cervecería internacional” la que me llamó
poderosamente la atención, así que, me acerque de tarde. La cosa estaba
tranquila, en la cervecería solo estaban una anciana en una esquina fumando
mientras bebía una cerveza y al fondo dos hombres tomándose una cañita comentando
sus asuntos.
Tras la barra
un hombre con gafas me atendió con amabilidad:
- ¿Qué desea?
- ¿tiene carta de cervezas? – pregunta retórica
claro.
- Por supuesto - como diciendo, por quién nos
tomas- aquí la tienes.
Evidentemente
ya había visto en su web que poseían una amplia carta de más de 300 cervezas!!!
pero me interesaba indagar y echar un vistazo detenido a todo lo que tenían. Me la acercó y
estuve mirando unos momentos y por fin me decidí.
- Quiero esta –señalando en la carta la cerveza de
difícil pronunciación.
El hombre puso
una cara entre “buena elección sabes de qué va esto” y “has acertado de chiripa
y vas a probar algo que no olvidarás en tú vida”. Mientras bebía seguí
ahondando en su vasta carta de cervezas, en España no había visto nada similar…
impresionante!!!
Pero lo que más
me atrajo fueron sus vitrinas llenas de grandes tesoros, dignos de admiración
para un coleccionista novel como yo. Estuve mucho tiempo observándolas mientras
el hombre me seguía con la mirada. En la esquina la anciana seguía a lo suyo
plácidamente y los hombres ya se habían marchado.
Finalmente,
mientras observaba unas botellas, me hizo una indicación sobre lo que estaba
observando, yo respondí algo así como, tengo otra igual en casa. El hombre hizo un
movimiento de confirmación con la cabeza y fue el comienzo de una entretenida
conversación cervecera.
Esa misma
noche a altas horas de la madrugada volví a la cervecería. ¡¡¡que contraste tan
absoluto!!!, la cervecería estaba a rebosar, diría que españoles y extranjeros se repartían a partes iguales…
lo de internacional le venía ni que pintado. La cervecería estaba llena de
jóvenes que hablaban múltiples idiomas pero un lenguaje universal en ese
momento, el de la cerveza.
Tras la barra
ya no estaba el hombre de gafas, había dos chicos y una chica, uno de ellos, rápidamente me
preguntó que quería, ahora era el momento de otra maravillosa cerveza de su magnífico
repertorio. Sin mirar la carta se me ocurrió algo "distinto". El chico sin poner cara de extrañeza empezó a buscar y tras un rato volvió con
la cerveza.
- Perdona no es una cerveza que nos pidan habitualmente y tenía duda si nos quedaba alguna en los frigoríficos, pero sí, aquí está.
Era un
ambiente festivo, me senté en aquella esquina de la anciana y disfruté observando como la gente se divertía. Algunos
embriagados por unas cervezas con más graduación de la que sus cuerpos podían
soportar sin comprometer su equilibrio, cada vez más precario. Otros
conversando amistosamente y otros disfrutando entre la multitud de las cervezas
más selectas.
Cada día en
Sevilla volvía a aquel lugar, que me tenía cautivado, tarde y noche. Había tardes que por allí pululaban grandes
eruditos es esto de la cerveza o eso me parecía a mí. Tomaban un sorbo y
contaban sus impresiones a sus amigos que observaban con la boca abierta… ¿cómo
puede haber tantos matices en una cerveza? Yo no muy puesto en temas de la cata
les escuchaba atentamente.
Otros días una
fiesta de cumpleaños y abrían una de esas botellas enormes de 9 litros!!!, alguien del bar
siempre estaba atento para inmortalizar el momento. Otras veces eran algunos
tunos despistados o no y por las noches siempre fiesta y diversión. Pero lo
mejor eran esos días que se acercaban unos músicos de música celta y me
recordaban a mi tierra natal, esos momentos eran especiales.
Tras tres años
acabaron mis visitas por motivos de trabajo y no volví a Sevilla, y este lugar
quedó en mi memoria como uno de mis lugares cerveceros favoritos. A veces cuando estoy en otras cervecerías y tomo ciertas cervezas cierro los ojos y me traslado a aquel lugar donde las
descubrí por primera vez….la Cervecería Internacional, por supuesto.
Para más información sobre “La cervecería
internacional”:
Dirección: Calle Gamazo 3 (41001) Sevilla – España.
Teléfono: 954 21 17 17
Nota: Todas las imágenes de está entrada han sido extraídas de la web de la Cervecería Internacional de Sevilla, a quienes quería agradecer los grandes momentos vividos en su cervecería. Gracias!!!
Qué buena historia!
ResponderEliminarTransmite muy bien los sentimientos que parece que has vivido allí, y es que no hay nada como recordar buenos sitios, con buena gente y con una buena cerveza en la mano :-)
Un saludo!
Hola, bueno esta entrada forma parte de la sección que yo llamaría "Lugares de culto cervecero", supongo que la mayoría de las entradas de esta sección serán relatos y narraciones de las buenas experiencias vividas en torno a la cerveza. Ya sabes que con una mezcla gente y buena cerveza son un buen cóctel para vivir buenos momentos. Nos seguimos leyendo. Saludos!!!
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