Casi de carrerilla como si de una lección bien aprendida se
tratase diría que los ingredientes de la cerveza son: grano, malta, levadura, agua y por supuesto, lúpulo.
Pero lo cierto es que no es tan fácil y hay productores en
llevar todo esto un punto más allá sustituyendo e incluyendo todos los
ingredientes que os podáis imaginar.
Pero, para empezar seamos un poco tradicionales y luego ya
iremos complicando la fórmula del brebaje.
Grano:
En su sentido más amplio, luego que tipo o tipos de granos
se van a emplear depende del tipo de cerveza.
Fundamentalmente la Cebada en todas sus variedades, cada una
dando su toque particular.
El maíz también es utilizado, aunque produce menos cuerpo en
la cerveza. En este caso el maíz no se maltea, sino que se cuece.
El arroz, produce un gusto más seco y limpio y es utilizado
en algunas variedades de cerveza.
La avena, sobre todo se utiliza en la cerveza negra.
El trigo, se utiliza en muchas cervezas alemanas (trigo
malteado) o en las lambic (trigo sin maltear).
Malta:
El grano tiene que germinar y es aquí donde la malta entra
en acción. Sobre los tipos de malta utilizados podríamos escribir un libro y es
decisivo en el color y sabor final de la cerveza.
Azúcar:
Ya que el proceso de fermentación se potencia mediante
azúcar... bueno, no siempre, pero si habitualmente.
Aquí de nuevo nos encontramos con muchos tipos de azucares,
aunque no todos se transforman por la fermentación, por eso la elección de que
azucares también es fundamental para
conseguir más cuerpo que alcohol en la cerveza.
En ocasiones El
azúcar también es añadido durante el embotellamiento, para crear una segunda
fermentación en botella.
Lúpulo:
Nadie sabe como un día se les ocurrió emplear las flores de
lúpulo en la cerveza, pero dio con la quiz de la cuestión.
Antes del lúpulo se sabe que los cerveceros añadían hierbas,
especias y flores, hasta que seguramente un día le tocó el turno a la flor del
lúpulo y “voilà que dicen en Francia!!!”
El lúpulo proporciona el amargor, sabor y aromas a la
cerveza, casi nada. Hay una infinidad de lúpulos distintos, por suerte para los
avezados fabricantes que experimentan con este ingrediente.
Se podrían escribir libros y libros sobre él, a ver si un
día me documento bien y publico una entrada sobre el tema.
Levadura:
Realmente no es un ingrediente de la mayoría de las
cervezas. Transforma el azúcar en alcohol y dióxido de carbono. Todavía hoy
muchos productores confían para la fermentación en la levadura que aparece que
forma natural…véase las lambic.
Louis pasteur con sus investigaciones tuvo mucho que ver en
la comprensión y cultivos de levadura y
así controlar mejor el proceso.
Siglos antes monjes alemanes descubrieron que a temperaturas
bajas varios tipos de levaduras funcionaban mejor y fue uno de los grandes
hitos en la historia de la elaboración de la cerveza.
Agua:
Pues sí, entre el 80%-95% de la cerveza es agua y aunque
parezca mentira aquí también muchos fabricantes experimentan, que si el agua
del río, del manantial, de la fuente, del grifo…incluso del mar o de un iceberg.
Determinan el carácter de la cerveza y tampoco debe menospreciarse.
Otros:
Aquí llega el peligro, por si los cerveceros no tuvieran
poco para experimentar con los ingredientes anteriores el caso es que a la
cerveza se le puede “echar” de todo… y cuando digo de todo, es de todo.
Aquí incluimos los considerados como aditivos (jarabes y
extractos de malta para sustituir a la cebada malteada, por ejemplo).
Otros como potenciadores de sabor: miel, mezclas de hierbas,
especias, piel de naranja o limón…la lista es infinita.
Y es en este último apartado donde también podemos encontrar
las excentricidades, que muchas veces convierten a la cerveza en única o en un
brebaje imbebible. Hace poco leí una entrada de un blog que incluía las
cervezas más raras, pues bien, añado ingredientes: Chile, leche, jugo de tomate
y almejas, café de luwak…. Y una infinita lista de ingredientes tan larga como la imaginación de los cerveceros, que no es poca.
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