Estaba anunciado, en esa vorágine, no sé si negocio, en la
que se encuentra inmersa la UNESCO de declarar toda manifestación humana de
carácter singular y excepcional, como herencia común de la humanidad.
Tarde o temprano le tenía que tocar a la cultura cervecera
belga, y digo tarde o temprano por que dado el gran número de organizaciones y
entes públicos y no públicos que existen en ese país relacionados con el mundo
de la cerveza, en algún momento alguna de ellas o el mismo Estado tenía que
proponerlo.
El objetivo de la UNESCO es catalogar, preservar y dar a
conocer manifestaciones humanas de carácter excepcional y sin duda la pasión
que los belgas sienten por su cerveza, la beban o no, es encomiable. Solo hace
falta hablar con cualquiera de ellos sobre el tema, se sienten orgullosos de
sus cervezas y la cerveza forma parte de su cultura… lo ha sido desde hace
siglos.
La historia de la cerveza belga está repleta de hitos que nos llevan desde la edad media hasta nuestros días, cientos de estilos, muchos de ellos singulares y exclusivos… en realidad sería bastante tedioso enumerar todo ello, pero es lo que ha llevado a que la cultura de la cerveza esté firmemente enraizada en el pueblo belga.
Para mí era muy enriquecedor pasear por las calles de
cualquier ciudad o pueblo belga y asistir a manifestaciones auténticas de esa
unión entre cerveza y las gentes de ese país. La gente bebiendo sus
especialidades locales, la animación de los bares y cervecerías, aquellos ancianos degustando plácidamente cervezas en el bar de la
abadía… los museos, las fiestas, las fábricas…. Como se suele decir “lo llevan
en los genes”.
Pero como todo, esta cultura tiene sus amenazas y
oportunidades. En un mundo cambiante la cultura cervecera belga siempre ha
resistido todos los envites, hace unos años el movimiento craft proveniente de
los Estados Unidos parecía que se lo iba a comer todo y sin embargo ahí resurgen
de nuevo las cervezas belgas adaptándose y satisfaciendo desde el paladar menos
experto al más experimentado y exigente.
Es una tendencia global, pero también empiezo a echar de
menos en mis viajes a Bélgica ese trato personal, casi familiar que existía con
los cerveceros cuando visitabas sus instalaciones, lo que antes era una
experiencia única ahora se ha convertido en una visita compartida con otros 20
turistas y por supuesto pagando… la cerveza está de moda y hay que sacar provecho.
Aquellos pequeños pueblos donde antaño los lugareños
hablaban o celebraban con una copa de cerveza en alto y donde tú eras la nota
discordante han dado un vuelco, ya no hay lugareños solo turistas locos por
beber esa cerveza que han visto en ratebeer y por la que están dispuestos a
pagar cantidades de dinero desorbitado….
Igualmente la pequeña y humilde cervecería situada en la
abadía se ha convertido en un lugar de decoración moderna, los monjes que
servían sus cervezas han sido sustituidos por jóvenes que pudieran haber salido
de un casting, los ancianos bebiendo plácidamente su cerveza trapista han sido
desplazados por el bullicio de unos turistas, a veces poco respetuosos con el
lugar donde se encuentran…
Pudiera parecer que la cultura cervecera se encuentra a un
paso de “morir de éxito” ahora que obtienen el reconocimiento por parte de la
UNESCO, pero por suerte bajo esta piel exterior adaptada al turista sigue
habiendo cultura cervecera por las venas del pueblo belga, os invito a visitar
alguna de sus fiesta, eventos y celebraciones donde no es fácil encontrar turistas,
descubriréis que es cierto que la cultura cervecera está ahí y que perdurará a
pesar nuestra.
Yo personalmente celebro este reconocimiento, soy un amante
de la cerveza belga, visito el país desde hace muchos años y siento aprecio y muchas afinidades con el pueblo belga, del que quedé prendado desde mi
primera visita. Enhorabuena!!!
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