En una cervecería lejana, había un pequeño gatito “a
trapetes” que respondía con un maullido al nombre de Bon-Chien (buen perro). Mantenía
a los ratones lejos de los sacos de malta y era particularmente amable con las
visitas entre las que aquel minino se volvió enormemente popular. Desbordaba
simpatía sobre todo cuando se ponía a dos patitas y entonces alguien le decía
“Bon-Chien” y el respondía nuevamente con un maullido…
Corrían los primeros meses de este siglo y ahí estábamos en
medio de un atasco y de repente alguien reparó en el vehículo que teníamos
delante… BFM Brasseríe des Franches-Montagnes
– “Miguel ¿la conoces?”
Las caras de mis acompañantes giraron hacia mí esperando que
contara vida y obra de aquella cervecería, pero lamentablemente era la primera
vez que oía ese nombre.
No tardé en ponerme al día, una vez que salimos del atasco
en el primer supermercado que paramos pude adquirir varias de las cervezas de
este elaborador.
… el 11 de junio de 2005 aquel cariñoso gatito dejaba
huérfanos al personal de BFM. Yo nunca llegué a conocerlo, ya que mi primera
visita a la cervecera tendría lugar años más tarde. Se cuenta que los
trabajadores organizaron una ceremonia de santificación y en su memoria
elaboraron la cerveza más especial de todas las que habían realizado hasta ese
momento… L’Abbaye de Saint Bon-Chien había nacido
Cuesta cree que las cervezas de BFM y esta en particular tardaran en calar en un país cervecero como Suiza, Jérôme Rebetez enólogo de formación, comenzó su andadura como cervecero profesional tras ganar un concurso de talentos en el que el premio era poner en marcha el negocio de sus sueños. Quizás más afanado en hacer buena cerveza que en dar a conocerla tuvo una discreta repercusión hasta que en 2009 tuvo que ser "The New York Times" quién descubriera su "Ababye de Saint Bon-Chien" al mundo y de paso a los Suizos... a partir de ese momento todo se precipitó para BFM.
No recordaba la fecha exacta en que probé mi primera
“Bon-Chien”, por suerte siempre puedo recurrir a mi registro de cervezas que me
dice que fue precisamente durante ese 2009 y todavía ajeno al éxito cosechado "en las américas". Eso sí, recuerdo aquella cerveza como exquisita.
Hay que aclarar que inicialmente había sensibles diferencias
entre las distintas añadas, de ahí la necesidad de indicar a que año pertenecía.
Cada una era envejecida en barriles de distintas bebidas (vino, whisky, grappa,…).
En la actualidad, cada añada cuenta con su carácter, pero en
mi opinión es un producto más homogéneo y es la serie “Grand Cru” la que sirve
de expansión a esta serie de cervezas y en las que se experimenta con distintas
opciones de barricas, blends y envejecimiento.
Desde aquel 2009 año tras años he tratado de ir probando las
distintas añadas, a las que he fallado solo en una ocasión. Hoy toca disfrutar de
la correspondiente a 2014.
Una “Abbaye de Saint Bon-Chien” no se bebe todos los días,
así que me gusta rodearlo de cierta solemnidad y siempre busco un momento en el
que pueda disfrutarla tranquilamente.
Aprovecho para consultar en la web de BFM alguna
característica de esta “añada” pero solo encuentro una descripción genérica
“Cerveza sour de fermentación mixta madurada un año en barricas que han
contenido vino” (hay que decir que para ello suelen utilizar barriles de
algunos de los mejores productores de vino suizo).
La derramo en la copa de BFM y observo de nuevo ese color
ámbar rojizo, ligeramente turbia y una fina capa de espuma casi inexistente, que
rápidamente se reduce a un pequeño anillo. Al acercarla a la nariz detecto su
profundo carácter ácido, intento repetidamente detectar algún matiz a madera,
sí, ahí está. El sabor es avinagrado, pero no como en esas cervezas que te
hacen apretar los dientes y los ojos por su intensidad. Aquí el sabor es
brillante, pero a la vez todo muy bien medido. Continuo saboreando el brebaje, hay
notas maltosas que sirven de sustento a la acidez y algo picante al fondo. El
regusto es afrutado y vuelven a aparecer notas de madera.
Por un momento me traslado mentalmente a mi última visita a
BFM… recordando como cogí mi copa de “Bon chien” y me acerqué a la pared donde
todavía hoy pemanecen algunas de las fotos de aquel simpático minino. Una
inscripción rezaba “Saint Bon-Chien ? 1997 – 11 Junin 2005”, levanté la copa a modo de respetuoso saludo y bebí
un sorbo… gran cerveza esta L’Abbaye de Saint Bon-Chien.
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